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Esta mousse de fresa es un postre que te va a enamorar. Más desconocida que la mousse de chocolate, esta versión con fresas te la recomendamos para aprovechar las fresas de temporada.
La mousse, en su forma original, se remonta al siglo XVIII en Francia, donde se preparaba como un postre refinado para la alta sociedad. La combinación de claras de huevo batidas y otros ingredientes, como chocolate o frutas, dio lugar a esta creación culinaria.
Es una mezcla con aire, suave, que se aguanta en la cuchara sin ser dura ni líquida. La clave está en incorporar aire (ya sea con claras, con nata o con ambas) y luego no cargarnos ese aire al mezclar.
Receta de mousse de fresa
Ingredientes
- 500 g de fresas frescas
- 200 ml de nata para montar (crema de leche)
- 100 g de azúcar
- 3 hojas de gelatina
- Zumo de medio limón
- 2 claras de huevo
- Azúcar glas (opcional, para decorar)
Cómo hacer mousse de fresas
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Lavamos las fresas, les quitamos el rabito y las trituramos con el azúcar y el zumo de limón. Si no queremos encontrar semillas, las pasamos por un colador.
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Hidratamos la gelatina en agua fría 5 minutos. Mientras tanto, calentamos una pequeña parte del puré de fresas (sin que hierva) y disolvemos ahí la gelatina escurrida. Luego mezclamos con el resto del puré y dejamos templar.
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Montamos la nata hasta que forme picos suaves. No hace falta que esté durísima, pero sí firme. Batimos las claras a punto de nieve bien firme.
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Añadimos la nata al puré con movimientos envolventes, sin batir. Después hacemos lo mismo con las claras.
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Repartimos en vasitos y los dejamos en la nevera al menos 4 horas. Si es de un día para otro, mejor.
Consejos y trucos para una mousse de fresa perfecta
No es un postre complicado, pero sí tiene un par de detalles que pueden marcar la diferencia entre “rico” y “esto se ha venido abajo”:
- La nata, bien fría. Si puede estar en el congelador 10 minutos antes, mejor. Monta mucho más rápido y se mantiene estable.
- Nada de prisas al mezclar. Si metemos la nata o las claras como si estuviésemos batiendo huevos, nos cargamos todo el aire. Hay que hacerlo con calma, con espátula o lengua, de abajo hacia arriba.
- La fruta importa. Si las fresas no están maduras, te saldrá una mousse floja de sabor. Mejor esperar a temporada o usar las más rojitas del lote.
- Gelatina, ni mucha ni poca. Si nos pasamos, queda tipo flan. Si nos falta, se queda líquida. Con estas cantidades suele ir bien.
Además de dar sabor y color a la mousse, las fresas tienen lo suyo a nivel nutricional: son fuente de vitamina C, antioxidantes y fibra, y apenas aportan calorías. Vamos, que no solo están buenas, también nos hacen un favor al cuerpo
Y si después de hacer esta te animas con más, hay todo un mundo de mousses más allá de la de fresa. La de chocolate es la más clásica y tiene su punto intenso, per también te recomendamos la mousse de chocolate blanco; la mousse de limón, si te va el toque ácido, es muy refrescante en verano; y la mousse de frambuesa o la mousse de melocotón en almíbar queda genial si te apetece algo diferente. Al final, el truco está en dominar la base y luego jugar con lo que tengas en casa.
¿Te animas con la siguiente?
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