La shakshuka es un plato tradicional de Oriente Medio que combina huevos escalfados en una salsa de tomate con pimientos, cebolla y especias. Su nombre, que en árabe significa algo así como “mezcla”, describe perfectamente lo que es: una mezcla sencilla pero llena de sabor, cocinada directamente en la sartén.
Aunque hoy la encontramos en casi cualquier rincón del mundo, su origen se sitúa en el norte de África, especialmente en Túnez, y desde allí se extendió a Oriente Medio, donde se convirtió en uno de los desayunos más populares. De hecho, es habitual comenzar el día con una sartén humeante de shakshuka acompañada de pan de pita para mojar, aunque también se toma a la hora del almuerzo o incluso para cenar.
La primera vez que la hice no tenía ni idea de si iba a gustar, porque la salsa es bastante especiada, que es un poco lo que la diferencia del menemen, otro plato árabe similar. Pero al final nos encantó. Se queda con ese punto entre dulce y picante, y los huevos, si los pillas en su punto, quedan de escándalo. Desde entonces, la preparo cada cierto tiempo, sobre todo cuando me apetece algo distinto sin tener que andar con recetas complicadas.
Receta de Shakshuka
Ingredientes
- 6 huevos
- 2 cebollas
- 2 pimientos amarillos
- 2 dientes de ajo
- 800 g de tomate triturado (puede ser en conserva)
- 1 cucharadita de comino molido
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- 1 cucharadita de pasta de Harissa (o 1/2 de cayena)
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta negra molida
- Cebollino picado o perejil
Cómo hacer Shakshuka
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Empieza preparando las verduras. Pela las 2 cebollas y pícalas finas. Lava el pimiento amarillo y córtalo en trozos pequeños.
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Pon al fuego una sartén amplia o una cazuela baja con tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Cuando esté caliente, añade la cebolla y el pimiento.
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Deja que se hagan despacio, unos diez minutos, hasta que queden blandos y empiecen a dorarse un poco, removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Incorpora los dos dientes de ajo picados finos y cocina un minuto más, lo justo para que suelten aroma.
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Añade los 800 gramos de tomate triturado, una cucharadita de comino molido, una cucharadita de pimentón dulce, una pizca de canela y, si te gusta el picante, una cucharadita de pasta de harissa o media cucharadita de cayena. Agrega también una cucharadita de sal y un poco de pimienta negra.
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Mezcla bien todos los ingredientes y baja el fuego. Deja que la salsa se cocine despacio, sin tapar del todo, durante unos 20 minutos, hasta que reduzca un poco y quede espesa. Cuando la salsa esté lista, pruébala y corrige si hace falta un poco más de sal o de especias.
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Con una cuchara, haz seis huecos en la salsa y rompe dentro los 6 huevos, con cuidado de no romper las yemas.
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Tapa la sartén y deja que se cocinen a fuego bajo unos 7 u 8 minutos, o hasta que las claras estén cuajadas y las yemas sigan tiernas. Si te gustan más hechos, puedes dejarlos un poco más, pero es mejor vigilarlos para que no se pasen.
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Antes de llevar la sartén a la mesa, espolvorea por encima cebollino picado o perejil y, si te apetece, un chorrito pequeño de aceite de oliva. Se come directamente de la sartén, con pan al lado, que es casi obligatorio.
Consejos para hacer shakshuka magrebí
- No tengas prisa con la salsa. Es lo que da todo el sabor al plato. Si el tomate se queda demasiado líquido, los huevos se cocerán en lugar de escalfarse bien. Lo ideal es dejar que el tomate se cocine a fuego lento, removiendo de vez en cuando, hasta que espese y se concentre el sabor. Si ves que se seca demasiado, puedes añadir un chorrito de agua o un poco más de aceite.
- La harissa, con cuidado. Esta pasta es muy aromática y picante, así que empieza con poca cantidad, sobre todo si no la has usado antes. Puedes ir probando y añadir más al final si ves que se queda corta. También puedes sustituirla por un poco de cayena o guindilla si no tienes harissa en casa (pero puedes comprarla aquí)
- Ajusta el punto de cocción de los huevos. Si te gustan con la yema líquida, tapa la sartén y cocina solo unos minutos, lo justo para que las claras cuajen. Si prefieres las yemas más firmes, deja un par de minutos más. En cualquier caso, es mejor vigilar de cerca, porque se hacen rápido.
- Usa una sartén que reparta bien el calor. Lo ideal es una de hierro o una cazuela gruesa. Si el calor no se reparte bien, los huevos del centro pueden hacerse de más y los de los bordes quedar crudos. También puedes acabarla un par de minutos en el horno, si tu sartén lo permite.
- Para conservarla, deja que se enfríe completamente y guarda la salsa (sin los huevos) en un recipiente hermético en la nevera, hasta 3 o 4 días. Cuando quieras usarla, caliéntala y añade los huevos justo antes de servir. Si te sobra con los huevos ya cocinados, también puedes guardar las sobras, pero es mejor consumirlas en 24 horas, porque los huevos recalentados tienden a endurecerse.
- Se puede congelar, pero solo la salsa. Congélala sin los huevos, en recipientes o bolsas bien cerradas, y aguantará hasta 3 meses sin problema. Luego solo tienes que descongelarla, calentarla y añadir los huevos como si la acabaras de preparar.
Cómo acompañar la shakshuka

La shakshuka pide pan, eso está claro. Lo más tradicional es servirla con pan de pita, ligeramente calentado, para poder mojar en la salsa y en las yemas sin que se rompa. Si lo tuestas un poco en la sartén o en el horno, gana textura y queda perfecto para recoger bien el tomate.
También queda muy bien con algo de queso feta desmenuzado por encima, justo al servir, o con una cucharada de yogur natural que suaviza el picante si has usado harissa.

Y si te apetece darle un toque más completo, puedes servir la shakshuka junto a un poco de cuscús. No es lo más típico, pero combina bien cuando la haces como plato único para la comida.
Te aconsejo otras recetas: prueba la harira, una sopa espesa y reconfortante a base de tomate, legumbres y especias.. También merece la pena preparar el cuscús marroquí, con su sémola al vapor y verduras tiernas, un plato que en Marruecos suele compartir toda la familia los viernes. La receta de pollo ras el hanout es otro clásico, aromática y llena de matices. Y, por supuesto, el tajine, el guiso cocinado lentamente en su característica cazuela de barro.







































