Si lo que queremos es cocinar sin complicarnos, hay algunos trucos que nos pueden ahorrar tiempo (y también dolores de cabeza). Aquí van algunos que solemos aplicar en casa y que realmente marcan la diferencia:
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Ten siempre una despensa básica: pasta, arroz, huevos, atún, legumbres cocidas, tomate triturado, queso rallado… Son ingredientes que salvan muchas comidas improvisadas. Con cuatro cosas de estas puedes sacar un plato apañado en muy poco tiempo.
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Aprovecha los ingredientes de temporada: además de ser más baratos y sabrosos, se cocinan mejor y más rápido. Por ejemplo, calabacines, espárragos o berenjenas se saltean en un momento y combinan con casi todo.
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Congela raciones o ingredientes ya listos: si un día haces lentejas o boloñesa, guarda una parte en el congelador. Y si cueces arroz o pasta de más, también puedes guardarlo para tener una base lista en la siguiente comida.
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Invierte en utensilios que te ayuden: una buena sartén antiadherente, una mandolina o incluso una freidora de aire pueden hacer que cocinar sea más ágil y limpio.
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No te compliques con el emplatado: aquí lo importante es que esté rico y se haga rápido. Si te sobra tiempo y quieres decorarlo bonito, perfecto. Pero si no, con que esté bien hecho y sabroso, ya cumple su función.
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Ten un “plan B” siempre en mente: una tortilla, una ensalada con lo que haya en la nevera, unos huevos revueltos con verduras… Hay combinaciones sencillas que funcionan cuando no sabemos qué hacer.
Con un poco de organización y estas ideas en la recámara, preparar recetas fáciles y rápidas puede ser más sencillo de lo que parece. Y lo mejor: sin renunciar a comer bien.